Después de levantarme y con un buen cuerpo que ni yo me lo
creía, nos fuimos a desayunar, dije -
Juani la del pobre-, me la hice de ingles y cuando ya no
cogía mas en este
cuerpecito serrano, me
pegué dos apretones tipo saco de aceituna, y me
metí otros dos huevos fritos con
beicon, -abajo las
barritas energeticas, arriba el tocino-.
-Papa no se te ven mas que orejas-,
decía Adrián, -
que gracioso el jodio-,
pa orejas el
colegilla que se echo el niño en la granja del hotel, -
papa, nos lo llevamos pa Jaén, porfa-,
jajajaj, yo ya lo
veía en la vaca del coche junto a la
KTM.

De
allí salimos sobre las once de la mañana en
dirección Grazalema, un pueblo muy bonito de la
serranía gaditana, calles preciosas,
casitas blancas y buenas gentes; desde este mirador se
tenían unas vistas
increíbles,
además el día era
buenísimo,
según me comentaron, poco normal.
Después nos fuimos al sur, a
Ubrique, al pueblo de la piel, y si que es verdad que
huele un poco a piel el sitio, -
si que huele-.
Juani quería hacerse una
fotaca en la ya
mítica puerta de la casa de
Jesulin y sus deseos son ordenes, por cierto, si al gun día vais en
dirección norte por aquí, no os
metáis en el
arcén de la derecha, menuda
fostia le
metí al coche, -
hayyysss- .

Luego llegamos a la grandiosa ciudad del Santo Reino, Jaén, y me entro la patata, pero no una cualquiera, por lo menos esta era de feria y con guarnición, pufff.
Hasta mañana.
Alberto Arroyo.
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